La Guilfa es, en el Asturiano ancestral, el viento gélido que precede la nevada que sana el suelo al que se aferran, retorcidas, las cepas de Verdejo tinto y Carrasquín de las que nace este vino.
Afinado durante meses en las mejores barricas de roble francés, es un vino profundamente atlántico.